Bendiciones En Cristo


MI TAREA COMO PASTOR ES: DIRIGIR CON EL EJEMPLO, AMAR SIN MIEDO AL SACRIFICIO Y SERVIR DESINTERESADAMENTE...
_____________________________________________

martes, 20 de julio de 2010

El Fruto del Espíritu (Biblioteca Reformada)


EL FRUTO DEL ESPÍRITU
Y LAS OBRAS DE LA CARNE
(Este es un trabajo realizado en la biblioteca reformada, espero que el compartirlo sea de provecho para quien le tome trabajo leerlo)

1. Interrelación de la fe, el amor y las buenas obras

El que la Ética del Evangelio no sea una Ética de obras, no quiere decir que no tenga en cuenta las buenas obras, puesto que la Ética es una ciencia de la conducta, y la con¬ducta es una determinada línea de acción. Es cierto que la salvación (tanto la justificación legal como la santificación moral) es de gracia mediante la fe; por lo tanto, no es por obras (Ef. 2:8-9), pero sí es para obras buenas, aunque esas obras son fruto del Espíritu de Dios (Rom. 8:14; Gal. 5:22), preparadas desde la eternidad para que anduviésemos en ellas, puesto que, en lo espiritual, somos creados de nuevo en Cristo (Ef. 2:10), es decir, hechura total de Dios desde la nada de nuestra incapacidad y de nuestra inutilidad; más aún, desde el bajo cero de nuestra miseria y de nuestro pecado (Rom. 5:5ss).
Usando, pues, de la misma terminología metafórica del Nuevo Testamento, podemos comparar la vida espiritual a un árbol (Mt. 7:17; 12:33; Le. 6:45-44), cuya raíz es la fe que se hunde en Cristo (Col. 2:6-7: "arraigados... en EF), con humildad (vocablo que proviene, como hombre, del latín humus - tierra laborable) y obediencia (Rom. 1:5), entre¬gándose a Cristo y recibiéndole como Salvador (Jn. 1:12), o sea, por la fe nos apoyamos en Otro, nos confiamos a Otro, nos entregamos totalmente a Otro, y recibimos personal¬mente a Otro, que es Jesucristo, para ser, por El, salvos, libres, consagrados y efectivos. Chupando de ese Salvador la savia de la vida (Jn. 10:14; 14:16; 15:lss.), por medio de esa raíz de la fe, nuestro árbol espiritual da frutos de vida eterna, obras buenas agradables al Señor. De la misma mane¬ra que los frutos no dan la vida al árbol, sino que manifiestan la vida del árbol, así también nuestras buenas obras, fruto del Espíritu, no nos salvan, pero son una clara manifestación de la salvación adquirida. Así se soluciona la aparente contra¬dicción entre Pablo (Rom. 3:28, por ej.) y Santiago (2:17). Pablo habla de la inutilidad de las obras de la Ley para justificarnos ante Dios, mientras que Santiago habla de las buenas obras del creyente como justificación ante los demás de la genuino de muestra fe.

2. Nuestra justicia moral es fruto del Espíritu Santo

Por Gal. 5:5, vemos que nuestra fe no obra por sí sola, sino que aguarda por fe la justicia esperada. Es Dios quien obra en nosotros el querer y el hacer (Flp. 1:6; 2:13), por su Espíritu. Analicemos más en detalle esta obra del amor de Dios en nosotros; subamos hasta la fuente:

A) Las personas divinas se constituyen por la mutua entrega 19. El Espíritu Santo es, dentro de la Deidad Trina, el fruto y el vínculo de la mutua entrega del Padre y del Hijo (V. Jn. 15:26; 16:13-15 "... oyere"; 17:21 —está im¬plícito en la mutua comunión del Padre y del Hijo—; 2.a Cor. 13:14; 1.a Jn. 1:3, también implícito en la "koinonía")-
B) Por ser el Amor Personal de Dios, el Espíritu Santo tiene a su cargo la tarea de derramar el amor de Dios en los corazones de los creyentes (Rom. 5:5), puesto que la tarea de la salvación del hombre es una obra de misericordia y, por tanto, del infinito amor de Dios. Siendo Amor, el Es¬píritu nos transmite la gracia (cháris) como un favor inmere¬cido que nos confiere la justicia por fe, siendo miserables pecadores (Ef. 2:8), y nos confiere esa misma gracia como poder (dynamis) para suplir nuestra debilidad (2.a Cor. 12:9) en la tarea de nuestro progreso espiritual o santificación moral. Gal. 5:5-6 =on versículos clave: el original nos dice que "aguardamos con anhelo la futura salvación que nuestra justificación comporta, viviendo de fe por medio del Espíritu "pnéumati" (v. 5). Por medio del Espíritu, "la fe se energiza a sí misma, o sea, toma fuerza de, y obra por, el amor" (v. 6).
C) Siendo el Espíritu el Amor Personal de Dios, el primer fruto de su obra en el corazón del hombre es también amor. Como todos los dones vienen del Padre (Sant 1:17) por medio de El (1.a Cor. 12:4), su primer don es el amor. No puede ser de otro modo, porque, como agudamente ad¬vierte Tomás de Aquino, el primer don genuino de todo sin¬cero donante tiene que ser el amor, pues cuando no va por delante la entrega del corazón, se adivinan en el regalo tur¬bias intenciones y entonces se desprecia el regalo y al dador. Como el amor de Dios es sincero (1.a Jn. 4:16), su primer regalo, su primer don y a la vez el primer fruto de su Espíritu, es el amor. Sólo tras el amor, puede haber verdadera entrega y auténtica consagración al amado (Jn. 3:16; 13:1; Rom. 5:8; 13:8; Gal. 2:20; Ef. 5:25, etc.; siempre precede el amor a la entrega).
D) Por eso, la libertad del amor, que es la del Espíritu (2.a Cor. 3:17; Gal. 5:13) siempre produce buen fruto de esa óptima raíz del amor, como dice Agustín de Hipona 20. Gal. 5:13-15 nos advierte que la verdadera libertad se expresa en un amor que lleva a servirse mutuamente, en vez de mor¬derse, lo cual es propio de la envidia 21. El amor nos da li¬bertad, pero no para el pecado, porque la servidumbre del pecado es la básica esclavitud del hombre (Jn. 8:34); el verdade¬ro creyente sólo es siervo del Omnipotente; por eso, posee la suprema libertad con el que todo lo puede. Nuestra li¬bertad es suprema, pero está condicionada por nuestra car¬nalidad; por eso, no debe hallar en la carne su "aphormé", es decir, su base de operaciones militares (Gal. 5:13) contra el espíritu (vv. 15-17).

3. ¿Monergismo, sinergismo o energismo?

De intento hemos subrayado la preposición en al citar Flp. 2:13 al comienzo de este punto, porque allí vemos la solución al problema teológico sobre la forma de nuestra cooperación a la gracia de Dios, que Pablo expresa en 1.a Cor. 15:10 de la siguiente manera: "Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos (los demás apóstoles.) PERO NO YO, SINO LA GRACIA DE DIOS CONMIGO". En este versículo, Pablo afirma que todo lo que él es y hace, como creyente y como apóstol, tiene su ori¬gen y fuerza en la gracia de Dios. Pero esa gracia de Dios no cayó en vano sobre él, como semilla en el camino o en tierra pedregosa, sino en buena tierra, que produce el ciento por uno. Hubo, pues, una cooperación —subalterna y promo¬vida por la gracia, pero verdadera— de Pablo a la gracia de Dios. La iniciativa era, pues, de la gracia; pero no actuaba la gracia sola; por eso añade: "No yo, sino la gracia de Dios CONMIGO"
¿Qué clase de cooperación es ésta? Pueden darse tres clases de explicaciones:

A) Monergismo. Este vocablo viene del griego "monos" = único, y "érgon" = obra, y da la siguiente explicación: El único agente de nuestra santificación y de nuestra conduc¬ta ética en todos sus aspectos es Dios, quien obra a través de nosotros. Así el creyente viene a ser un instrumento (o un lugar de trabajo) del Espíritu, único agente principal de todo lo bueno que hacemos. Esta es la opinión de Lutero, con sus seguidores "ortodoxos", y de la mayor parte de los cal¬vinistas. Creemos que esta posición no es bíblica, pues reduce la humana responsabilidad (tan enfatizada en las exhortacio¬nes del N. Testamento), al hacer del hombre un mero instrumento de la gracia. Además, su base filosófica es falsa. No olvidemos que Lutero se había formado en el nominalismo, sistema filosófico que no advertía la diferencia entre causa primera y causa principal. Es cierto que Dios es la causa primera de todo ser y, por tanto, de todo el ser o perfección que comporta la acción ética; pero el agente humano es la causa principal (aunque secundaria) y, por ello, el único responsable de la cualificación moral de sus actos.
B) Sinergismo. Este término procede del griego "syn" = con, y érgon" = obra, y ofrece la siguiente solución: Dios y el hombre (la acción del Espíritu y la acción del libre albedrío humano) cooperan de forma paralela: Dios pone su gracia salvífica, y el hombre la acepta (o la rechaza) en uso de su libertad. Así opina el arminianismo radical (parecido al molinismo católico, con su "concurso simultáneo"). Este sistema tampoco está fundado en el N. Testamento, donde siempre vemos que todo es de gracia y todo procede de la iniciativa de Dios (cf., además de los textos citados arriba, por ej. 2.a Cor. 3:5).
C) Energismo. Creemos que ofrece la correcta explica¬ción, de acuerdo con la Palabra de Dios, y es la siguiente: Dios, con su gracia y la acción de su Espíritu, pone en el hombre todo el poder necesario y suficiente para el ser y la calidad cristiana de su acción ética; y el creyente, como un agente responsable —no como mero instrumento de la gracia divina— coopera libremente con docilidad y obediencia.

4. Se trata de UN SOLO FRUTO

Gal. 5:22 nos habla en singular del "fruto" del Espíritu, en contraste con el plural "obras" del vers. 19. La razón es que las obras de la carne son muchas, porque son efecto de nuestro extravío por multitud de caminos (Is. 53:6), y producen desintegración, mientras que el Espíritu Santo nos trae por un solo Camino (Jn. 14:6) y, al injertarnos en Cristo (Rom. 6:5), produce en nosotros un conjunto de bue¬nas disposiciones que vienen como en racimo, equilibrándose mutuamente y estableciendo en nuestro espíritu una correcta relación en las tres dimensiones de nuestra actividad ética, con un triple fruto en cada una de esas tres dimensiones (Gal. 5:22-23):
A) Amor a Dios, Gozo en Dios, Paz con Dios. La pri¬mera tríada nos ofrece un conjunto de valores inalienables (que nadie nos puede arrebatar) e inalienantes (que no nos enajenan, sino que nos proporcionan la verdadera cordura).
B) Longanimidad ("makrothymía" = constancia pacien¬te, no el mero aguante de la "hypomoné"), benignidad ("chrestótes", de "chrestós" = útil, de provecho) y bondad (obrar bien en favor de los demás; ya se trata de la acción, mientras que la "chrestótes" indica la disponibilidad). Esta tríada se refiere a nuestras relaciones con el prójimo.
C) Fe (en el sentido de ser de fiar "pistos"), manse¬dumbre (propia de los humildes, de los "anawim" o pobres de Yahveh, Mt. 5:3-5) y templanza (la "enkráteia", o sea, el dominio de sí mismo o auto-control). Estas tres virtudes se refieren a la relación del creyente consigo mismo.
Tres cosas son de notar en esta lista: Primera, su orden (comp. con Ef. 5:9; Col 3:12-15; Tito 2:12; 2.a Ped. 1:4-7. En esta última, aparece un orden inverso, desde la templanza al amor, porque arranca también del punto contrario al Espíritu, que es la "corrupción que hay en el mundo", del vers. 4). Pasemos a examinar cada uno en particular:
(a) Amor ("agápe"). Sale 62 veces en las epístolas pau¬linas. El amor del cristiano tiene que ser del mismo tipo que el de Dios (Ef. 4:32). Pablo mismo da ejemplo de este amor en los casos del transgresor de Corinto (2.a Cor. 2:6) y de Onésimo (epístola a Filemón). También exhorta a todos a un tal amor para con los pecadores (Gal. 6:1). Su fuente es siem¬pre el verdadero amor a Dios (1.a Jn. 5:2).
(b) Gozo ("chara"). Sale 19 veces en Pablo. Se define como gozo en el Espíritu Santo (Rom. 14:7) y en el Señor (Flp. 4:4). De los vers. siguientes se deduce que implica la confianza en Dios y la ausencia de preocupación carnal.
(c) Paz ("eirené"). 33 veces. Es consecuencia del per¬dón de los pecados y de una conciencia limpia (Rom. 5:1); es producto de la confianza en el Señor (Flp. 4:7) y también norma de las relaciones sociales (Rom. 12:18).
(d) Longanimidad ("makrothymía"). 6 veces. Es un atributo de Dios según Rom. 2:4. Implica ser, como Dios, "tardo para la ira", soportando la conducta perversa de parte de otros, sin airarse ni desear la venganza (Ef. 4:2; Col. 3:13).
(e) Benignidad ("chrestótes"). 6 veces, con referencia a los creyentes y 5 veces con referencia a Dios. Apunta hacia la bondad de corazón, y se muestra en particular con las personas necesitadas (pobres, niños, esclavos, etc.).
(f) Bondad ("agathosyne"). 4 veces. Sólo Pablo usa este término en el N. Testamento. Contiene la idea de noble¬za (V. Rom. 5:7) y es una combinación de justicia y amor.
(g) Fe ("pístis" en sentido de fidelidad o "ser de fiar"). 87 veces como virtud cristiana.
(h) Mansedumbre ("praytes"). 4 veces. Significa, en realidad, un espíritu de sacrificio de los propios derechos en bien de los demás, como el ejemplo que da Pablo al renunciar a su derecho de vivir a expensas de los creyentes a quienes ministraba (1.a Cor. 9:18). Romanos 14 es toda una diser¬tación sobre esta virtud.
(i) Templanza ("enkráteia"). 1 vez. Es el dominio de los deseos e impulsos carnales, por el Espíritu Santo (Gal. 5:23-24). Es todo lo opuesto a la vida pagana descrita en Ef. 2:3.

Vemos cómo la lista arranca de lo más íntimo (el amor) y termina en lo más externo (el control de sí mismo en cada situación).
La segunda observación que queremos hacer sobre esta lista es que el fruto del Espíritu Santo, consecuencia de de¬jarse llenar del Espíritu (Ef. 5:18) es equivalente a ir asiendo cada vez más de Cristo (posesión nuestra de Cristo, posición de Cristo en nosotros por Su Espíritu, Rom. 8:29), como fuimos asidos por El (posesión que Cristo toma de nosotros, posición nuestra en Cristo), según la enérgica expresión de Pablo en Flp. 3:12. El fruto, que comporta nuestra san-tificación (Rom. 6:22), es por fe, como la justificación. Por eso, el vers. 25 de Gal. 5 dice: "5/ vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu" (comp. con Col. 2:6).
La tercera, importantísima, observación sobre esta lista es la que Pablo mismo hace al concluirla: "contra tales cosas no hay ley". Como si dijese: Quien tiene este fruto del Espí¬ritu, tiene la verdadera libertad, no necesita ninguna ley, pues¬to que la función de la ley es restringir, mientras que este fruto surge incontenible de la misma acción del Espíritu y se desborda desde el amor, cumpliendo de sobra y rebasando todas las obligaciones que la Ley pueda imponer.

5. Las obras de la carne

Ya hemos dicho que las obras de la carne (Gal. 5:19-21) aparecen en plural, porque son muchas, tanto por su disper¬sión como por su obra destructora. Se trata del cumplimiento del deseo de la carne, del que se habla en los vers. 16-17, y que se opone al deseo del Espíritu (comp. con Rom. 8:4-15). La lista comprende específicamente 15 pecados ("y cosas se¬mejantes a éstas" vers. 21) distribuidos en cuatro áreas:

A) Área del sexo: "pornéia" = fornicación en general (nuestra R.V., como la A.V. inglesa añaden, por su cuenta, "adulterio" antes de "fornicación); = "akatharsía" = inmun¬dicia, que fácilmente puede apuntar hacia la homosexualidad; y "asélgeia" = lascivia, que comporta insolencia y exhibicio¬nismo.
B) Área de la religión: "eidololatría" = idolatría, que implica la adoración de vanidades (de "éidos" = figura, y "hólos" = entero; o sea: meras figuras) y "pharmakéia" = hechicería o brujería, uso de artes mágicas con el empleo de "fármacos", palabra griega que lo mismo indica droga me¬dicinal que brebaje mágico o "filtro".
C) Área social: "échthrai" = enemistades; "éris" = discordia; "zélos" = celos de envidia; "thymói" = iras de mal genio; "erithéiai" = rivalidades; "dichostasíai" = divisio¬nes; "hairéseis" = sectas, en sentido de partidismo (comp. con 1.a Cor. 1:11-13; 3:3-4); "phthónoi" - envidias, en el sen¬tido primordial de malevolencia.
D") Área de la orgía: "méthai" = borracheras; y "kó-moi" = orgías (no según la etimología del vocablo: "orgé" = cólera), en el sentido griego de fiesta popular con cantos y danzas por la calle: una especie de carnaval, con cantos y bailes sin control, comportando cierta inconsciencia que in¬duce a faltar a los demás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario